Hablemos de webcómics

Hablemos de Cote Gotica; Lola, la poligonera que mola y Pollito Wars

Sólo se me pasa una palabra al ver el plan que tengo por delante.

Joder.

Tres webcómics que por distintas causas tengo que leer de cero. Tres webcómics que han nacido para ser explicados. Esto me pasa por juntar las cosas gordas para el final. En fin, correr es de cobardes.


Cote Gotica https://mega.nz/#!zNoFkRZS!VAQ1SOF2lzXWptM8PBbi2PkuyYg63BrjchYIGfZOe5o

Cote Gotica es un título tan emblemático de Subcultura y tan especial que no sé si seré capaz de hacerle justicia. Ya para empezar tengo que hacer una advertencia y es que no poseo el archivo completo del webcómic. Cote ha tenido una historia tan accidentada y ha sido borrado y retconeado tantas veces que no he sido capaz de seguirle el ritmo. Sin embargo tengo suficientes páginas en el enlace de descarga como para que nos hagamos una idea general de cómo era el proyecto. Así que empecemos, ¿y qué mejor que hacerlo que por el principio de los tiempos?

Hace años, cuando Subcultura todavía era joven, apareció el anuncio de un futuro webcómic protagonizado por una chica pelirroja. Y luego volvió a aparecer. Y otra vez. Y otra. Este proyecto a manos de Ferroly_Hass y de Duqui (autor de AMDINO del que ya hablé en artículos anteriores) consistía únicamente en un dibujo de la protagonista recoloreado una y otra vez durante meses hasta convertirse en un chiste recurrente de la comunidad, como si de Duke Nukem Forever se tratara. Este ejercicio de dibujo que realizó Ferroly ilustra parcialmente cómo de exagerado fue.

Las mil y una caras de Cote

Cuantas más veces reciclaba Ferroly el dibujo de Cote, más claro teníamos que el webcómic jamás existiría. Qué sorpresa nos llevamos el día que acabó existiendo. Tampoco dábamos un duro por Duke Nukem Forever, claro.

Duqui acabó por descolgarse y Ferroly decidió hacerse cargo del guión y del dibujo para llevar a la luz de una vez por todas el webcómic. El problema es que no se le da bien ninguna de esas dos cosas, y el resultado de las páginas es más o menos así.

Al margen de cual sea su habilidad para dibujar, la organización de las viñetas es inexistente y la transición entre ellas existe sólo en su sentido más técnico. Y desde luego la historia no ayuda a perdonarlo. La trama es tal que así:

Cote escribe una carta de amor a un vampiro inexistente para ser su sierva, su archienemiga del instituto se la quita y se la rompe y, de alguna manera, esto se convierte en una pesadilla en la que un vampiro intenta convertirla en su pareja.

Suena el despertador, lo rompe furiosa por cortarla en lo mejor y va a clase donde conoce a su nuevo profesor de filosofía que les explica que la filosofía les ayudará a ser felices y mejorar el mundo. Tan feliz y risueño le ven que, por alguna razón, los alumnos piensan que debe de ser homosexual. Entonces Cote, para demostrar lo inteligente que es, decide explicarle al profesor que lo que ha dicho es mentira y le hunde en la miseria. Cosa con la que tengo un problema, porque uno de los objetivos de la filosofía es el estudio racional de la ética, que se define como “rama de la filosofía que estudia lo correcto o equivocado del comportamiento humano, moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir”1, y desde la Grecia clásica las escuelas de filosofía se dividían en las distintas formas de alcanzar la felicidad. A pesar de que más adelante el autor presuma de leer distintos filósofos, esto es un principio básico que se aprende en el instituto, lo cual embarra cualquier intento de presentar a Cote como un personaje de intelecto superior.

Tras este espectáculo aparece de la nada el mejor amigo de Cote, este jura venganza contra la chica que le rompió antes la carta y cuando Cote le dice quién ha sido se acojona y le explica que la muchacha en cuestión es una asesina desquiciada. Acto seguido Cote aparece en su propio casa y la historia termina con esta página.

Este es el alcance completo de la trama. Nunca más sabremos nada de la rival de Cote ni de las fantasías vampíricas de la protagonista. Sin embargo el cómic no acabó ahí. Tras eso, el autor hizo seis páginas hablando de sí mismo. Y tras eso, hizo un cuento de fantasía protagonizado por sí mismo y por Duqui titulado “Ferroly & La Princesa Misteriosa”. El argumento, hasta donde soy capaz de explicar, va de una conspiración de un malo que intenta hacerse con el poder de un reino matando al príncipe y es destapado por Ferroly y una chica que, se supone, es una princesa. Además Duqui dice “buac” en vez de “cuac” a pesar de ser un pato.

En esta otra historia la narración es simplemente incomprensible y lo poco que se entiende es cuando Ferroly o la princesa se pasan una o dos páginas exponiendo el trasfondo de la historia como si fueran libros de texto. Es infumable y llega a resultar paródico cuando, por ejemplo, les rodean varios demonios para asesinarles y se paran a explicar los distintos tipos de magia que hay, la clasificación taxonómica de los demonios y por qué eso les hace vulnerables a unos tipos de daño e invulnerables a otros. Que sirvan de ejemplo estas dos páginas, siendo una de la mitad del relato y la otra la última página del cuento.

¡Y el webcómic no acabó ahí! Tras este cuento publicó un puñado de páginas diversas, en unas volvía a hablar sobre sí mismo y las otras sólo puedo describirlas como dadaístas.

¡Y, adivinad, el legado de Cote siguió adelante! Las siguientes páginas que tengo son un intento de convertir la historia original (ya sabéis, la del profe que es maricón porque está mal visto ser alegre) en gifs animados. Es algo digno de ver aunque sólo sea por el curioso cambio de guión que realizó. Tras romperle la carta a Cote en la primera escena, aparecen los títulos de crédito de la obra y no hay más. Es brillante.

Y aun así faltan las partes que no llegué a archivar. Me suena que durante un breve periodo de tiempo hizo otro cuento infantil protagonizado por sí mismo en el que visitaba a otros autores de webcómic.

Y ahora así, se me acabaron las páginas de Cote Gotica, un webcómic que marcó un antes y un después en la historia de la comunidad. Una obra de arte increíble que, si no fuera porque la tengo guardada, pensaría que fue un sueño.


Lola, la poligonera que mola http://lolapoligonera.subcultura.es/ https://lolapoligonera.blogspot.com.es/

Lola es algo así como una versión de El Jueves de Cherry, que si no conocéis los cómics underground de los 80, va de una chica no demasiado lista a la que le encanta el sexo y por una razón u otra se mete en líos alucinantes. En el caso de Lola el cómic está cubierto por una capa de sabor a España profunda, empezando por la protagonista. En lugar de ser una chica feliz y despreocupada, es una poligonera macarra, aprovechada y politoxicómana. Lo increíble es que a pesar de la premisa “chica que folla mucho y está dibujado todo en plan desagradable”, es bastante mejor de lo que me esperaba. Por ejemplo, siguiendo hablando de la protagonista, Lola es una guarra pero porque quiere y no se avergüenza, y folla con quien ella quiere y deja que le meta mano sólo quien le interesa. Por el otro, es un ser humano bastante terrible y desagradable y el cómic tampoco finge que está bien que sea una choriza o traicione a sus amigas. Unas veces ella queda mal por inculta, otras veces ella se aprovecha de los demás con su picardía, y otras se las ve con otros personas que son también para darles de comer a parte. Para la poca esperanza que da de primeras, está extrañamente bien equilibrada.

Las páginas en sí aunque no se salen de la idea central de chistes verdes y de movidas poligoneras, tienen cierta variedad y no consisten exclusivamente en que al final de la página Lola se coma un rabo (o que su perro le coma el coño). Todo esto no significa que lo recomiende, ojo. Hay una diferencia entre que sea bueno y entre que no sea tan malo. No es el horror que vaticinaba, pero tampoco me es que me lo haya pasado bien leyéndolo. Está en ese punto intermedio en el que no sufría mientras lo leía, pero hubiese preferido estar haciendo otra cosa.

Como curiosidad, mientras examinaba el archivo en Blogspot (la edición en Subcultura apenas tiene unas páginas del principio), he descubierto que vende otro cómic dramático titulado Es sólo un trabajo en el que denuncia el acoso sexual que sufren las mujeres en el trabajo. Algo que desde luego no me esperaba encontrar anunciando en un cómic de chistes verdes como este. Además parece tener un dibujo bastante mejor y más cuidado que el que lucen las tiras de Lola.

Y eso es todo. No es como para presumir de él pero los hay mucho, mucho peores.


Pollito Wars http://pollitowars.subcultura.es/

Feadraug me pidió que hablara de Pollito Wars porque no acaba de creerse que exista. La verdad, no le culpo.

La idea tras el cómic es simple: una historia de humor absurdo sobre un soldado renegado y una guerra contra un imperio de pollitos con forma de monigote. Es algo así como Hot Shots, pero en el espacio. Y la verdad es que es un despolle, le animo a cualquiera a leerlo. Lo malo que le saco es que a veces los diálogos están tan mal ordenados que le hacen sombra a MIGUELÓN, y como la mitad de ellos son texto flotante en ocasiones no sabes de quién es cada frase. Pero el cómic es una risa. Hasta que deja de serlo. Ssssssssssssssí… En un rato hablaremos de eso.

Gordon es reclutado de nuevo por la alianza que hace frente al imperio de los pollitos, le presentan al equipo de desastres con patas que le acompañarán en la aventura, le dan una cafetera que hacen pasar por nave espacial y parten rumbo a unos astilleros con los planos del arma definitiva con el que desestabilizar las fuerzas enemigas. Al poco de partir se encuentran con una nave pollito y en la lucha sufren una baja que podría acabar en muerte. Aquí es cuando las cosas se vuelven sospechosamente serias. No demasiado, pero si tuviera que señalar el punto en el que empieza la caída en picado del cómic sería este.

En meros instantes el tema se descontrola y de una página a otra te monta un drama militar que ni Apocalypse Now o Metal Gear Solid… mientras te habla de grupos rebeldes llamados Verdad Verdadera y pelean contra pollos gilipollas que tienen secuestrada a una gallina gigante de las cajas de Kellogs. Intenta ser serio e importante, pero sólo es ridículo. (Bueno, mira, en eso también se parece a Metal Gear Solid.) También se dedica a explicar cosas que no le importan a nadie sobre cualidades alienígenas o historia del universo que no van a ninguna parte, al más puro estilo ciencia-ficción hard mierder. Es que hasta usan la frase “como ya sabes” y todo, es de coña. Y los tochos, cómo olvidarlos. Una vez, cuando el cómic todavía actualizaba, le borré los textos a la página de ese día dejándola como un queso gruyer. Así que he pensado que por qué no repetir la broma con las nuevas generaciones.

El humor no desaparece del todo, claro, pero en una página hace un chiste aburridísimo sobre pedos y en la siguiente te habla del embarazo fruto de una violación que deja paralítica a la madre durante el parto. Al final esto se parece más a lo del aborto de Ctrl+Alt+Delete que a Cerebus the Aardvark. Entre una cosa y otra pasé a leer el cómic muy en diagonal, luego a mirar sólo los dibujos y por último borraba las notificaciones sin mirarlas. La única razón por la que lo he leído entero ahora es por hacerle el favor a Draug. Y al pasar por las páginas en las que me salté el texto o que ni llegué a mirar, que son casi la mitad, no he sentido que estuviera leyendo algo nuevo o que la historia avanzase en absoluto. Tan sólo me acompañaba el tedio. Creo que eso lo dice todo del guión.

Volvamos a donde lo habíamos dejado, a la casi muerte de una de las protagonistas. Tras salvarla, Gordon se reúne con dos viejas compañeras de armas, que resultan ser Minette y Cereza. Sí, las de Strawberry. Aunque esta vez en versión furry y en versión alienígena impasible. Aquí están casadas y entre un montón de chorradas que no me importan nos cuentan que Cereza se implantó en el cerebro un cacharro para sentir las mismas emociones que Minette, así que tienen montada una relación de infidelidad consentida en la que Cereza siente cómo Minette se larga a follar con otra gente. Y nos lo cuentan porque sí, el porno furry aparece en escena con Minette follándose a Gordon. Un poco después aparece Strawberry durante dos páginas sólo para contarnos que es un esclavo sexual que alquila la gente rica así como la tercera esposa de Minette y Cereza. De manera lateral también está Hada, la médica del grupo, metiéndole mano a Malabestia, la guerrera, e intentando liarla para enrollarse con ella diciendo que “son cosas de amigas”. Le falta esto (junta mucho los dedos) para ser una acosadora sexual.

A lo largo de esta temporada de artículos de Hablemos de webcómics he hablado de cómo en Dioses y otras Tonterías zeentury es sincero respecto a lo que quiere hacer con el cómic y le gusta, haciendo que las tetas formen parte de la identidad del cómic en lugar de ser la mierda esa que estorba. He hablado de Hailey Flower y de que lo malo de que fuera un cómic fetichista no era que fuera fetichista, si no que intentara luego compaginarlo con una historia sin razón y de mala manera. He hablado de El Goonish Shive, donde Dan partiendo de sus gustos particulares diseñó una historia muy apañada que curiosamente no es sexual. He hablado de la turbia relación entre sexualidad y terror de Silent Horror, y del particular lenguaje corporal de los ponis de Toxic-Mario en sus cómics de humor blanco. También he hecho unas cuantas coñitas (sin mala intención) sobre los gustos de Draug. Todo esto nos trae hasta la conclusión con Pollito Wars. Es un cómic que en teoría era una parodia de Rambo y la space opera y de repente, sin avisar, te empieza a contar las intimidades y cochinadas que hacen los personajes sin que tengan que ver con nada. Con la sucesión de insinuaciones y de fantasías sexuales encadenadas sin orden ni concierto tienes la sensación de que la persona tras los mandos se está masturbando furiosamente al tiempo que hace el cómic. Un cómic que ya de por sí es incapaz de decir a qué género pertenece.

Quiero ver cómics de todos los colores explorando la sexualidad. Creo que el género erótico y pornográfico necesita variedad de temáticas y de personajes como el beber. Pero por favor, si hacéis un cómic cochino, ante todo, no hagáis que se convierta en el nuevo Pollito Wars. Esta es la moraleja que le quiero dejar al mundo. Esa y la del comunismo, pero sobre todo esta.

En fin. Tras este despliegue de hormonas vemos la reacción de los malos respecto al encontronazo con Gordon y su equipo, nos hablan del origen de Malabestia y llegan a un planeta nuevo para arreglar la nave. A pesar de que tienen cosas importantes que hacer y el imperio les ha puesto una orden de búsqueda y captura, se van a una discoteca y por fin (por fin) llegamos a la última página. Que es una orgía bisexual furry. Con drogas. Donde, ah, aparece un cameo de Cereza de Strawberry otra vez, pero esta vez en versión furry.

Pocas veces se me ha hecho un webcómic tan largo como este. Un ñordo del tamaño de mi cabeza. Lo siento, Draug, pero no puedo darte buenas noticias. No puedo decirte lo que querías oír. Pollito Wars es real. Real como la vida misma. Y no hay nada que podamos hacer para cambiarlo.


Ya queda muy muy poquito para llegar al final de esta temporada de Hablemos de webcómics. Quedan pocos webcómics, pero creo que van a dar para charlas interesantes. Desde luego van a ser mucho más sencillos que esta entrada, que se me han juntado tres títulos que son como parir un hijo. Hasta entonces. Cuanto antes acabe, antes se abrirá la cuarta temporada.