Hablemos de webcómics

Hablemos de Caleórn, Los Inimaginables héroes de Subcultura y Bob and George

Este artículo es una entrega especial de tres títulos seleccionados por Feadraug bastante después de que dejase de aceptar sugerencias. Pero como eligió tres obras de las que es interesante hablar, sé positivamente que nadie más las elegiría y tengo cierta deuda con él por vacilarle con ciertos hobbies, decidí incluírlos en la lista igualmente.

El inconveniente de que sean webcómics escogidos por el bueno de Draug es que, aunque muy interesantes, no son particularmente graciosos. Pero como soy bastante gilipollas algo saldrá de aquí. Vamos con ello.


Caleorn

Este es un clásico que lleva en Subcultura prácticamente desde que se estrenó la web y se trata de la colección de aventuras de espada y brujería de Guillem, el aguerrido protagonista. Nada más verlo jurarías que está dibujado por un artista profesional, y es que es así. En lo personal no me gusta tanto por varias razones personales.

La primera es que el único cómic de ese tipo que me ha gustado hasta la fecha es Cerebus, más conocido por ser el mejor cómic jamás hecho. Es un género que no me fascina, témome.

Por otra parte la estructura es episódica y da lugar a aventuras tan autoconclusivas que están aisladas unas de otras, dejan lagunas en la historia de Guillem y ni siquiera están en orden cronológico. Más o menos es la razón por la que no suele despertarme interés el cómic superheróico norteamericano.

Pero no seré yo quien diga que Caleorn es malo, ni mucho menos. Que no coincida con mis gustos personales no hace que su técnica y ejecución sean peores. El cómic está muy bien hecho, pero eso no hará que mi opinión sea menos incómoda y complicada de explicar.

Permitidme una pequeña desviación antes de continuar para asegurarnos de que estamos en la misma página. Supongamos que revisamos el examen de alguien de un idioma. Usar de forma perfecta la gramática y la ortografía, sin un solo error, no es motivo para dar un sobresaliente. Es lo mínimo que se espera de alguien para darle un aprobado. Sería luego la capacidad para comprender frases hechas, emplear recursos estilísticos, analizar artículos y prosa para comprender su significado subyacente o saber emplear el estilo formal, científico y vulgar lo que calificaría como sobresaliente o no el conocimiento de un lenguaje.

Volviendo al cómic, Caleórn se ha calificado siempre como el mejor webcómic de Subcultura hasta llegar al punto de ser considerado intocable y que no debe estar nunca fuera del top 10, a ser posible ocupando el primer lugar. Y el tebeo es bueno. Mucho. Pero no es una obra maestra. No es un título atemporal.

Está muy bien dibujado y coloreado, está bien escrito, sabe maquetar las páginas y elegir los planos para organizar el flujo de lectura alrededor de los focos de interés para crear una narración visual. Es lo que uno espera al abrir un cómic, a menos que se tenga por costumbre esperar los diálogos desordenados de Miguelón o el estoicismo de Garfield. Hace lo necesario para ser bueno, que no es lo mismo que ser aceptable o pasable. Ser bueno no es decir “el dibujo de este cómic es regulero pero la historia está chula”, o “el guión es muy simplón y los personajes planos, pero mira qué guapo es el dibujo”, o “en este manga la mitad es relleno y la transición entre viñetas va a saltos, pero es divertido”, ni “es muy lento y tardan diez páginas en hacer cualquier chorrada, pero a mí me gusta”.

Caleórn es bueno, punto, sin compromisos. Pero está lejos de ser uno de los mejores cómics (en contraposición a webcómic) que existen en general. Pienso que dice mucho de la comunidad y del estado de los webcómics en español que cuando aparece alguien competente se le vea como algo insuperable. Más de lo que pueda decir yo comentando los webcómics que más mierdosos os parecen.

¿Es Caleórn el mejor webcómic de toda Subcultura? No lo sé. Tal vez sí, tal vez no. Pero si lo es, es hora de que alguien lo supere. No viváis a la sombra de los héroes. No penséis que las cosas dejan de ser buenas por lograr hacerlo mejor. No penséis que es un insulto.

Y si os gustan los tebeos de aventurillas de la época del Capitán Trueno y El príncipe valiente, corred a leerlo.


Los inimaginables héroes de Subcultura

Este es un cómic tan inimaginable como sus héroes. Es decir, está vacío. Bueno, tiene cuatro páginas, pero a efectos prácticos podría no tener ninguna. Y como de un webcómic sin (a efectos prácticos) páginas no se puede hablar, es hora de que os de una charla de historia.

No recuerdo la fecha exacta de nacimiento del proyecto, pero estimo que fue en el 2009 o el 2010. Un buen día a su creador se le ocurrió hacer un cómic de superhéroes usando personajes de la propia Subcultura. Corrió raudo y veloz a abrir unas inscripciones para que la gente diera permiso para usar sus personajes y desde entonces el proyecto fue retrasado, pausado, retrasado, cancelado, reabierto, pausado, retconeado, abierto, cancelado, retrasado y retrasado. Cabe la posibilidad de que no sea el orden correcto de los sucesos, pero os hacéis una idea.

A su vez, y de forma previsible para todos los que conocen el ciclo de vida media de un webcómic, las obras de los que tomaba personajes para hacer el crossover o quedaron abandonadas o sus usuarios desaparecieron al año o dos. Incluso un par de autores que permanecían en activo pidieron que retirase a sus personajes del proyecto porque habían finalizado sus respectivas historias tiempo atrás y les daba vergüenza ajena aparecer en un cómic de personajes “emblemáticos” de la web. “Emblemáticos” con comillas, puesto que no los iba a reconocer absolutamente nadie porque no quedan ni los usuarios que habían leído sus webcómics.

Los constantes anuncios del estreno de Los inimaginables héroes de Subcultura acabaron convirtiéndose en un chiste recurrente. Era un proyecto que se moría por momentos y ni siquiera nació, exceptuando un par de páginas que subió hace años y que luego borró y las cuatro páginas actuales del último intento hasta que por fin lo dejó marchar.

Quizás la parte más alucinante es que, a pesar de lo rocambolesco que es todo, no es un caso único. Pedidle un día a un veterano que os hable de Gladiatrix si eso. O, aunque se parezca menos, de Cote Gótica. Ya veréis qué guay.

El lado bueno de todo esto es que nos dejó la imagen de Neverwolf representado por una estatua de madera del Maestro Astilla, que oye, siempre es divertido.

Imagen 1


Bob and George

Y seguimos en el pasado. Bob and George es auténtica historia de los webcómics. Ahí donde lo veis, cambió para siempre el panorama del medio digital como cómic y sus efectos se siguen notando hoy en día en multitud de webcómics. ¿Cómo, querréis saber? Siendo el primer cómic hecho con sprites que alcanzó el éxito. Pero no os vais a creer cómo empezó todo…

Hace ya quince años y medio, David Anez en plena época estudiantil se propuso hacer su propio webcómic y decidió que se estrenaría el 1 de abril contra viento y marea. El cómic trataría sobre dos hermanos universitarios llamados Bob y George que serían respectivamente un supervillano y un superhéroe. Desgraciadamente, como tantos otros novatos, carecía de los recursos adecuados para publicar un webcómic. En este caso el autor no tenía escáner y dependía de que un amigo le prestase el suyo. Pero su amigo rara vez estaba en casa, la fecha límite se acercaba y seguía sin tener escaneada ni una página.

Como no estaba dispuesto a faltar a su palabra, David hizo lo único que se podía hacer ante tal situación: hacer una tira pegando sprites de Megaman en MSPaint explicando que el cómic se retrasaba. Y luego siguió actualizando con más tiras imbéciles siguiendo el mismo modus operandi durante un par de meses a modo de relleno hasta que compró un escáner.

Entonces llegó el verano y con ayuda de su nuevo periférico, papel de fotocopiadora y lápiz HB, publicó Bob and George. Las páginas parecían dibujadas por un párvulo y ciego y tras apenas colgar una decena se dio cuenta de que aquello era una puta mierda y volvió a publicar tiras diarias de sprites de Megaman. Durante siete años.

Pero ahí no acaba la cosa.

Ahora tenía en sus manos un webcómic sobre Megaman con un pequeño inconveniente no tan pequeño: se seguía titulando Bob and George. Así que hizo lo único que se podía hacer ante tales circunstancias: pintó un par de sprites para convertirlos en los susodichos hermanos y los insertó en el cómic diciendo que habían sido teletransportados desde otro universo. Y así continuó parodiando las historias de las entregas de la primera saga de Megaman. Con Bob y George en el medio. Durante siete años.

Pero ahí no acaba la cosa.

Una tira diaria son muchas tiras y el archivo consta de más de 2.500 páginas. No sólo tenía espacio suficiente para renarrar las complejas tramas de unos juegos de plataformas de NES, si no que podía incluir muchas historias propias enlazándolas entre ellas y con los juegos a través de dimensiones paralelas, viajes en el tiempo y paradojas y bucles temporales. Tiene un multiverso montado que ríete tú de Homestuck.

Él éxito fue desmedido y casi cada día aparecían imitaciones de Bob and George. Incluso teniendo eso en cuenta, resulta impresionante que David se mantuviera firme en su propósito de terminar el cómic que empezó cuando era un chaval sin mucha idea de nada y que acabó cuando ya era un hombre casado, con carrera y con trabajo. Es todavía más digno de elogio cuando descubres que ocho años después de darlo por acabado, sigue actualizándolo para preservarlo y que se siga viendo bien en los navegadores actuales. Este mismo año se ha dedicado a migrar a HTML5 las distintas páginas hechas en Flash.

Hoy en día su éxito y fama quedaron olvidadas, pero sigue vivo en el corazón de los webcómics. Porque cada vez que alguien hace un sprite-cómic, está imitando a Bob and George sin saberlo. Cada vez que alguien convierte a los personajes en subnormales sin remedio, o que los personajes rompen el cuarto muro diciendo que tienen muy pocas posturas posibles, o que el autor se auto-inserta, o que dentro del cómic se quejan de que es todo una birria, o que las historias acaban de forma anti-climática están homenajeando a Bob and George. Cada estereotipo y topicazo que se os pueda ocurrir sobre sprite-comics fue acuñado por esta reliquia del medio que nació de la forma más cutre posible. No falta ni uno.

La creación de este sprite-cómic inspiró a mucha gente que quería hacer cómics pero no tenía la más mínima idea de dibujar. Les enseñó que después de todo, también podían hacer uno si querían. Les dio alas. Y a los demás nos dio un montón de webcómics terribles carentes de inspiración. Sin embargo, no sólo nos dio hondanadas de mierdas copipasteadas. También fue la fuente de inspiración de 8-bit theater, un cómic descacharrante cuyo autor cita a Bob and George como causa directa de una revolución que rompió la idea de que un cómic sólo podía ser un cómic si estaba dibujado. Una revolución que hizo posible el brillante Dinosaur Comics de Ryan North, el guionista de los cómics de Squirrel Girl y Adventure Time. O Kid Radd, posiblemente el mejor webcómic jamás publicado y que menciona a Bob and George como origen del género. O qué coño, Manuel the Wonder Snail.

No sería arriesgado decir que sin su trabajo no existiría el fenómeno de los cómics de cincuenta tiras. Y posiblemente quienes leáis esto sepáis que la idea de hacer cómics con sprites no me es ajena.

Los lectores avispados se habrán dado cuenta de que todavía no he dicho si vale la pena leerlo o no. Es pasable, digamos. Algunas partes son graciosillas y leerlo no te hace sufrir, así que técnicamente no es demasiado malo. Pero son dos mil seiscientas y pico páginas indistinguibles de otros sprite-cómics mediocres, incluso aunque él fuera el primero. No puedo recomendarle a nadie eso. Al menos hoy en día es un cómic que se lee por afán histórico y no por entretenimiento. Con todo, me alegro de que haya existido para lo bueno y para lo malo. Nuestro pequeño y patético mundillo no sería lo mismo sin él.


Creo que con esto es suficiente. Este maldito Draug sabe cómo tirar de la lengua a la gente para que se tiren el rollo. Con la próxima entrada llega sí que sí el final de Hablemos de webcómics, o al menos el de esta temporada. Hasta entonces.